sábado, 20 de agosto de 2011

Mi primera vez con una prostituta


El siguiente relato viene de mi primera (y única) experiencia con las “profesionales del amor”. Esas mujeres que trabajan día y noche para satisfacer cualquier petición y cuyo único fin es dar placer. Algunas personas las llaman “mujeres de la mala vida” otros más despectivos putas pero me parece que se merecen el respeto de cualquier otra profesión, así que las llamare prostitutas XD.
Erase una vez (jajaja cual historia de disney) un muchacho ladillado en su casa (yo) que leyendo el periódico en la sección de clasificados de un periódico de circulación nacional encontró un aviso de esos que de seguro todos han visto y les ha despertado la curiosidad pero nunca han llamado de “masajistas”. (Ok basta de 3era persona...suena muy impersonal) bueno yo si llame y me anime a solicitar el servicio. Al teléfono una voz dulce, sexy y educada me explicaba en que constaban “los masajes” y los precios. Acordamos encontrarnos en un Motel en el Este esa misma noche.
A las 9 ya estaba recién bañado y entalcadito jaja preparado para la acción (debo confesar que me hice la paja antes para “durar más”) Salí de mi casa y me dirigí al Motel. Subí a la habitación número 212 y toque la puerta.
La mujer que abrió la puerta no era una super modelo de esas que salen en las películas (pornos) ni nada...era una mujer que rondaba los 30 años de edad, bonita y amable (no me puedo quejar). Me invitó a pasar y como mi nerviosismo se pudo notar me dijo que me calmara que ella no iba a lastimarme (jajaj se imaginan lo cómico de la escena...una mujer diciéndole eso a un hombre) me recordó el precio que habíamos acordado. Saque los billetes de mi cartera y se los entregue. Los conto y los coloco dentro de su bolso.
Acto siguiente me pidió que me desvistiera y me acostara boca abajo en la cama. Lo hice y empezó a untar aceite en mi espalda (recuerdo que olía  a coco por lo que un momento me transporte mentalmente a la playa jaja) y comenzó a masajearme la espalda. La parte superior, media e inferior hasta que estuve completamente rejado. Luego me pidió que me volteara. Me quitó la toalla (yo estaba tan relajado que ni me inmute) agarro con las 2 manos mi miembro y empezó a masturbarme. Cuando alcance la erección (lo que no tomó mucho tiempo) saco de la gaveta de la mesa de noche al lado de la cama un condón y me lo coloco. Se quitó la bata que cargaba y se montó sobre mi pene como si estuviese cabalgando un caballo. La sensación fue una de las mejores que he tenido en mi vida. Pasados unos minutos acabe ella “desmontó” se vistió y se fue.
Desde ese entonces no he tenido la necesidad de llamar a “LUNA” pero sé que estará disponible para “relajarme” una vez más si lo necesito jaja
Saludos,
El Boy-o

No hay comentarios:

Publicar un comentario